Artículos

El pasado fin de semana, el 4 de noviembre, dió comienzo la 4ª Edición del Master de Gestión del Talento. En nuestra primera sesión contamos con la presencia de Faus Olmos, formador y coach, con gran experiencia en empresas y recursos humanos.

A continuación la reflexión del taller de uno de los 15 alumnos que forman parte de esta edición, espero la disfruten.

EL MAGO FAUS

Cuenta la historia que en la ciudad de Valencia existía un lugar donde podían acudir los escuderos que en un momento de su vida decidiesen tener coraje y fuerza de voluntad para ir más allá de lo que ellos mismos creían ser.

 

Al Castillo lo llamaban Adeit. Era un sitio austero, con gélidos pasillos y grandes ventanales desde los que se podían observar las tortuosas calles del centro de la ciudad. Tenía un sinfín de habitáculos separados y las gentes de la ciudad decían que en cada uno de ellos se entrenaba a los arqueros y arqueras, a los exploradores y exploradoras, a las amazonas y los jinetes, a los hechiceros y hechiceras, mujeres y hombres artesanos, feriantes, así como a todas las personas que decidían que podían aportar su grano de arena a que la ciudad funcionase mejor. En cada uno ponía una inscripción. Yo debía buscar aquel en el que pusiese “3.6”. Me dijeron que junto a habría 14 escuderos más, que habían tomado la misma iniciativa que yo. Esto me alivió, pues cuando tomé la decisión de entrar en este castillo, las personas más cercanas de mi entorno solo me proporcionaban risas y burlas, y decían que un escudero debía ser siempre un escudero, que eso era para soñadores, para fantasiosos. No sabían que luego aprendería que “si a un sueño o una fantasía le añado una fecha…podía llegar a convertirse en un objetivo, y con esfuerzo, en una realidad concreta e incluso medible”.

Fue entonces, cuando llegó el primer día, cuando por fin lo conocí. Me habían hablado de él, pero poco sabía en realidad. Decían que era un Mago del Reino del Talento. No sabía donde estaba ese sitio, y la cosa empeoró cuando él me dijo que ese reino estaba dentro de , de cada uno, y que costaba tiempo llegar…pero bueno…yo pensé que serían cosas de magos. Se llamaba Faus. Me habían dicho que era un hombre peculiar, cercano, misterioso y ante todo que tenía poderes. Con una simple observación pude reconocer la mayoría de cualidades que la gente le había atribuido, pero yo estaba inquieto. ¿Cuándo se transformaría en algún animal?¿Cuándo empezaría a hacer cobrar vida a objetos inertes?¿es verdad que podía hacer que las vajillas volasen y las fregonas limpiasen solas?¿Cuándo podría transformarme a en pájaro para vivir la experiencia de volar?

A medida que pasaba el tiempo en aquel sitio, me daba cuenta de que no era ese tipo de mago, ni tampoco era de esos que crea una ilusión, despierta la sorpresa de los que le observan y se marcha. Este mago quería que todos fuéramos como él, incluso compartía con nosotros sus secretos, y para ello usaba sus palabras, su voz, imágenes y otras muchas cosas. Conforme avanzaba la lección sentía como mis músculos crecían, como mi armadura pesaba más y se hacía más fuerte:

Me sorprendió uno de sus primeros mensajes, que venía a decir: “si espero de vosotros que seáis los mejores héroes o heroínas, o los mejores luchadores o luchadoras, y os trato como tal…seguramente como mínimo llegareis a ser una de las dos cosas, si solo espero que quizás lleguéis a serlo, seguramente seguiréis siendo siempre escuderos”. Me recordó a una frase de Goethe: “trata a un ser humano como es…y seguirá siendo como es. Trátalo como puede llegar a ser y  se convertirá en lo que está llamado a ser”.

Me enseñó que solo puedo llegar a ser caballero si yo mismo me lo propongo, si cada día quedo conmigo mismo durante cinco minutos, y recuerdo que lo quiero seguir siendo, reflexiono sobre cómo puedo superar a los grandes luchadores, como puedo domar a los caballos más bravos del reino, como puedo afrontar con entusiasmo las pequeñas inquietudes de mi círculo más cercano. No puedo esperar a que alguien haga eso por .

Entendí la importancia de elegir mi escenario de combate, porque siempre tendré más cosas a mi favor que si no lo hago, la importancia de crear otros que no existan para poder actuar sobre ellos. Si construyo una pista de baile en mi castillo, ¿quién sabe si todos los que viven en él se animan a danzar?, ¿qué pasará? ¿si ni siquiera sé si les gusta bailar?...si nunca la construyo jamás lo sabré.

Decía que estábamos a veces en una zona de confort (debía ser imaginaria porque yo no la veía), pero entendí que si nuestro deseo era ser diestros con la espada, y siempre aprendíamos la maestría de la lucha usando una de madera, nunca sentiríamos el peso del acero para aprender a soportarlo, nunca nos cortaríamos, por lo que nunca aprenderíamos como curarnos o como evitar futuros ataques. Si siempre viajo en burro nunca sabré lo que se siente galopando a lomos de un caballo veloz. Quizás me caiga, pero merece la pena intentarlo. Yo a veces intento vencer el miedo o la pereza, y dejar mi espada de madera. Lo que más me gustó de esta parte fue que para solucionar estos estados el mago citó un conjuro, con unas palabras que hicieron que todos saliéramos de nuestro sitio al instante: “moved el culo” se llamaba el encantamiento. Fue en este momento cuando deduje que las madres, o por lo menos la mía, debía de descender de algún linaje de magos, pues cuando era pequeño siempre pronunciaba estas palabras y hacía que yo y mis hermanos hiciéramos todo lo que a veces no éramos capaces de hacer por pereza.

Descubrí que un equipo de escuderos y escuderas con mucho talento podía llegar a realizar un ejercicio con más rapidez que otro de Prestigiosos Caballeros que en otro castillo lo habían realizado de la misma manera.  No habría sido posible sin una brillante idea individual, integrada por todos, y sin una constancia hasta llegar al máximo que podíamos dar. Recordé que mi esfuerzo no es suficiente, si en el fondo siento que podría haber dado más.

Ya en el descanso tuve tiempo de pensar en muchas cosas. Había salido de allí porque hacía un día soleado, decidí entonces buscar un árbol con sombra. Deseaba reflexionar tranquilo sobre lo que Faus llamaba las Bases del Talento, y para ello me miré la mano:

Pensé ¿Quién era yo en ese instante? Una persona ¿Qué quería en realidad? buscar sombra.

 ¿Dónde estaba? Parado. ¿A donde quería ir? A un árbol que pudiese resguardarme del sol.

¿Cómo lo haría?¿no tenía mucho tiempo?¿podía llegar tarde a la lección? Debía intentarlo. Seguramente daría todo un rodeo al castillo hasta encontrarlo y andar era mi opción para lograrlo.

Pero, ¿habrá algún árbol con sombra en todo el perímetro? Me incliné por pensar que sí, y si no habían árboles, buscaría otro refugio.

Y la última cuestión, ¿conocía los alrededores del castillo? La verdad es que no. Había olvidado mi dedo meñique, la contribución. Pensé que si en esa misma mañana hubiese dedicado cinco minutos de mi tiempo a visitar los alrededores del Castillo, ahora dispondría de ese tiempo para reflexionar cuando encontrase un lugar. A partir de ahí, decidí que cada día dedicaría diez minutos a conocer todo lo que rodeaba al enorme complejo, buscar atajos, intimar con la gente que en él se formaba.

Todo lo anterior me ayudaría en mi  objetivo, pero hoy no tenía tiempo de investigar donde estaba ese lugar. Debía hacer uso de otros poderes que el mago nos había transmitido. Fue en ese preciso instante cuando vi a una persona que pasaba. En su forma de caminar apreciaba decisión y conocimiento, por lo que debía salir a menudo a pasear por los alrededores. Manteniendo una conversación con el quizás lograse que me dijera donde buscar mi árbol con sombra. Me acerqué a él con decisión y empecé a imaginar sombreros en su cabeza:

- Hola, ¿busco un árbol con sombra donde sentarme a reflexionar?

No hay ningún sitio como ese por aquí.

 

 

- ¿Sabes cuantos árboles hay por aquí? ¿sabes de alguna persona que le guste reflexionar a la sombra?(BLANCO)

No se cuantos árboles hay, pero conozco a una persona que le gusta estar a la sombra, a mí. (Ya tenía algún dato)

- ¿Y donde crees que podríamos estar a la sombra si no es en un árbol? ¿se te ocurre otro sitio? (VERDE)

Hay una estatua detrás de la fuente donde a veces da la sombra.

- ¿Y no crees que hoy es un día estupendo para ir a reflexionar a la sombra? Seguro que lo encontramos (AMARILLO)

Si, ahora que lo dices si que podría ser.

- Y, ¿cómo crees que podríamos llegar? ¿Qué estrategia sueles usar para llegar más rápido? (AZUL)

Cruzando el salón principal podríamos llegar en dos minutos, pero no estoy seguro de querer ir.

- De acuerdo, pero si te hago una última pregunta y me contestas que “nada”, iré yo solo a buscar ese sitio y te dejaré en paz. ¿Qué sientes cuando lo encuentras? ¿como te sientes cuando estas allí y reflexionas sobre lo que te inquieta? (ROJO)

No te lo puedo explicar…mejor que lo sientas tú mismo, sígueme.

Tenía mi “árbol con sombra”. Con esto descubrí el poder de las preguntas y empecé a entender como sacarles partido.

En esos días el Mago Faus  me ayudó a descubrir que en el Castillo Universitario donde estudié para ser escudero hicieron trabajar mucho a mi cerebro, y si no me equivoco, en este máster quieren que además use el corazón, y ¿Qué es un buen caballer@ sin un corazón entrenado?

Mi objetivo antes de acudir era “Llegar a ser caballero”, y aunque ya lo había entrenado volví a caer…mi enunciado solo anunciaba que si no lo concretaba tardaría más de lo previsto en alcanzarlo.

GRACIAS Faus Olmos por elegir ser docente, sin esa decisión no te habríamos escuchado.

La impresión final que me llevo es que “si algún día no consigo ver hasta el cuadrado número 30 no es porque el mundo carezca de belleza,  de oportunidades y nuevos escenarios…es porque mi mirada no es lo suficientemente amplia, atenta y curiosa”

Compañer@s, cuando acepté ser el primero pensé en lanzaros una “bola fácil”, pero esas ya sé que las sabéis devolver. Con esto he pretendido lanzaros una con efecto, esperando que las siguientes tengan cada vez más, y todos podamos disfrutar de lo mejor que cada uno pueda o desee dar de sí mismo. Si el mejor talento es la libertad de elegir, creo que hemos hecho un buen uso de él.

Un saludo a tod@s

Juan Lajarín Cano (Descubridor)

Acceso